Durante estas fechas navideñas, hemos realizado gran cantidad de compras, y aunque encontramos grandes ofertas en Internet, y existen varias formas de pagar los productos comprados por la red, la más usada es la tarjeta bancaria, aunque no nos fiamos por miedo a que nos engañen, dupliquen nuestra tarjeta, etc.
Lo que muchos desconocen es el uso de las tarjetas prepago. Estás realizan las mismas funciones que una tarjeta bancaria, pero con la diferencia de que podemos limitar el saldo a nuestro antojo, pudiendo recargarlas para su posterior uso.
Existen dos tipos de tarjeta prepago:
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Físicas, son las que se asemejan a las tarjetas bancarias actuales, pudiéndolas tener de forma tangible en nuestra cartera.
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Virtuales, no existen físicamente, por lo que al solicitarlas, solo tendremos el número de la tarjeta, su fecha de caducidad y el CVV (Card Verification Value).
Podemos conseguirlas en cualquier entidad financiera o entidad de dinero electrónico, autorizadas e inscritas en el Banco de España.
La mayoría de las tarjetas emitidas por los bancos exigen que tengas una cuenta asociada, o lo que es lo mismo, ser cliente.
Lo principal al solicitarlas, es que estén exentas de comisiones de todo tipo (emisión de la tarjeta, renovación anual, realizar recargas, sacar dinero de un cajero, estar tiempo sin usarla, etc.). Esto suele ocurrir, y por lógica, con las tarjetas físicas.
Personalmente aconsejo las
Tarjetas de Prepago Virtuales, ya que no se extravían, no te las robar, no tienen comisiones, etc.